lunes, 7 de julio de 2008

Lecturas 34 y 35 para el equipo 06 solamente

LECTURA Nº 34: EL ENSAYO
UN GÉNERO PARA LA LIBERTAD

Tomado con fines instruccionales de:

Hurtado, E. (2005). El ensayo: Un género para la libertad. Artículo no publicado, (pp.1-2). Tinaquillo, estado Cojedes.

El ensayo es un género literario en el que el autor trata un asunto particular desde su punto de vista, con originalidad, profundidad de pensamiento y precisión, en prosa y de naturaleza interpretativa, flexible y en forma breve.
La extensión del ensayo, aunque varía, permite por lo común que el texto se lea, revelando las modalidades subjetivas del escritor.
La palabra ensayo, significa “probar, reconocer una cosa antes de usarla”. Pero, esto no es lo que propiamente hace el ensayista, ya que él no está atento a las pruebas, a las verificaciones de si lo que hace sirve o no sirve, si está bien o mal hecho, realiza un trabajo y lo hace con firmeza, con paso serio y seguro para asentar principios, conformando lo que hace a su particular modo de pensar, sentir y querer. El ensayo se caracteriza por:
• Expresar los puntos de vista personales del autor, en relación con un asunto determinado, es decir tiene carácter subjetivo.
• Tratar un tema que aún siendo muy comentado, se sale de lo común, por la habilidad creadora con que el autor trata y desarrolla; por lo tanto, la presentación del tema, es original.
• Expresar profundidad de pensamiento
• Ofrecer un discurso caracterizado por la precisión.
• Estar compuesto en prosa.
• Ser breve.
• Ser inagotable; es decir, puede ser desarrollado a partir de diversidad de temas.

ASUNTOS, FINES Y UTILIDAD DEL ENSAYO

Asuntos: La gran cantidad y variedad de temas que puedan tratarse en un ensayo, hacen que sea filosófico, artístico, científico o de otra naturaleza. Existen igualmente una inmensa cantidad y variedad de asuntos que pueden ser estudiados y expuestos en un ensayo. Así, se puede decir que todo lo que forma parte de la vida del hombre, en cuanto al plano espiritual, las costumbres, modas, lenguaje, deportes, música, leyes, sentimientos y otros tópicos particulares pueden incluirse como temas para desarrollarlos en ensayos.
Fines: Los fines del ensayo son, específicamente, los de difundir la cultura de un modo atractivo, ameno, elegante y provechoso. Esto supone, una adecuada preparación del autor y del lector para aprovechar la curiosidad e inquietud que el ensayo debe despertar en el público que desea mejorar su formación intelectual y espiritual, recreándose o reflexionando sobre los temas expuestos.
Utilidad: La utilidad del ensayo se circunscribe en la reflexión orientada a la solución de los problemas culturales, sociales, afectivos, políticos o de otra naturaleza, que inquietan al hombre dentro de sus habituales ocupaciones. De ahí que los estudiosos de las artes y las ciencias se presten mutua cooperación para lograr cada quien sus justas aspiraciones en el campo del saber humano. Son evidentes las manifestaciones de la apreciación cultural de un pueblo que rompe las tradicionales barreras de la especialización, que circunscribe, reduce y enquista. El ensayo es útil, porque orienta, prepara y forma con gracia, amenidad y elevación de espíritu del ser humano a partir de sus dimensiones subjetivas.

PLANIFICACIÓN DE UN ENSAYO

En el ensayo, como en todo trabajo donde el orden impone un esquema necesario y útil, debe desarrollarse sobre la base de su estructura interna, que resulte satisfactoria y cómoda, tanto para el escritor como para el lector. El plan del ensayo comprende tres etapas: apertura, exposición y cierre.
Apertura: En esta primera etapa, el ensayista ilustra al lector en cuanto al tema y asunto tratados; la situación actual en la que se encuentra el asunto tratado; la orientación y finalidades específicas de su producción escrita; los aportes dados por otros ensayistas sobre el particular; la importancia del tema; en fin, todo lo que ilustre al lector y disponga su ánimo para una interpretación cabal.
Exposición: Constituye la parte esencial del ensayo, pues en ella el ensayista entra de lleno a tratar el asunto propuesto con todo cuidado, analizando, comparando, escudriñando, criticando, relacionando sus apreciaciones con otras ya establecidas, de modo tal que todo se estructure sobre la base de sus personales y subjetivos puntos de vista en relación con el tema desarrollado.
Cierre: Finalmente, recorrido el camino de la exposición, el ensayista llega a la enunciación de sus particulares conclusiones sobre el asunto tratado, interesando al lector para que a la vez haga sus apreciaciones personales, prolongando y difundiendo así la cultura en forma noble, eficaz y amena.
Ante esta dinámica y las características anteriormente expuestas, es innegable que el ensayo es un género literario que promueve la libertad de pensamiento porque se configura a partir de la subjetividad de quien escribe. Por ello, su forma y su extensión son abiertas.




ENSAYO
LECTURA Nº 35: FORMA Y CLASIFICACIÓN

Tomado con fines instruccionales de:

Gómez Martínez, J. L. (1992). Teoría del ensayo. “Forma y clasificación del ensayo”. [Documento en línea] (pp.1- 2). Disponible: http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/. [Consulta: 2006, mayo 3].
TÍTULO DEL ENSAYO
Juzgado el ensayo como obra literaria, debemos igualmente tener presente que la relación del título con el resto del ensayo es también una relación puramente literaria. En un tratado filosófico, crítico o histórico, por ejemplo, el título tiene necesariamente que corresponder al contenido y de hecho así sucede; el título tiene en estos casos únicamente un valor informativo, y tanto mejor será, cuanto con más exactitud identifique el contenido de la obra que encabeza.
En el ensayo, hay que considerar que su función es literaria; por lo tanto, aun cuando en muchos casos el título, en efecto, da una indicación más o menos exacta del contenido, no siempre sucede así, ni un título es mejor o más apropiado porque así lo señale. Este género literario, como en tantos otros aspectos del ensayo, fue consciente del valor estético de tales recursos estilísticos, los títulos de los ensayos no siempre abarcan la materia; a menudo ellos la indican únicamente por alguna señal. Hay obras en Plutarco donde él se olvida del tema, donde el propósito de su argumento se encuentra sólo incidentalmente, sofocado en materia extraña: “Ved las salidas en 'el demonio de Sócrates'; ¡Oh Dios, qué escapadas tan gallardas, qué variaciones de belleza, y tanto más cuanto más casuales y accidentales se nos presentan! Es el lector descuidado el que pierde mi tema, no yo"
El título del ensayo, pues, al igual que en los demás géneros literarios, es un recurso estilístico que el autor emplea consciente de sus efectos artísticos.

FORMA DEL ENSAYO

Si bien para que el estudio de la forma del ensayo pueda tener sentido, debe hacerse en su relación con los demás géneros literarios, parece conveniente aquí considerarla en su aspecto más general; y, en definitiva, preguntarnos si tiene el ensayo una forma característica. Con frecuencia se ha dicho que el ensayo es en prosa lo que el soneto en poesía; pero esta comparación, sin duda muy sugestiva, tiene únicamente valor, y quizás más que nada simbólico, en lo que a la voluntad de estilo se refiere; es decir, la brevedad del ensayo hace que en él se acumulen los recursos estilísticos en un intento de perfección estética. Por lo demás, nada más opuesto a la libertad formal del ensayo, que las estrictas reglas que gobiernan al soneto.
En el ensayo no existe regla, por esencial que nos parezca, que en alguna circunstancia, sea ésta excepcional si se quiere, no pueda ser suprimida. La forma del ensayo es orgánica, no mecánica. Por ello, sólo debemos hablar, al tratar este aspecto, de la forma artística del ensayo, y aquí tienen aplicación las características ya estudiadas. No obstante, del mismo modo que al tratar de caracterizar la novela no decimos que la forma dialogal sea una de sus características, si bien reconocemos que hay numerosas novelas dialogadas, así también podemos afirmar que la forma por excelencia del ensayo es la prosa, y que tanto el verso como el diálogo dramático, si no se oponen a la esencia del ensayo, sí presentan a veces invencibles inconvenientes a la realización de éste.

EXTENSIÓN DEL ENSAYO

Cuando al tratar de una obra literaria prestamos excesiva atención a su presentación externa, corremos el peligro de olvidar, en el proceso, el verdadero carácter de la creación literaria, donde la forma es siempre accidental. En el ensayo, quizás más que en ningún otro género, ha dado pie el aspecto de su extensión a las más dispares especulaciones. Se ha tratado incluso de buscarle un mínimo de páginas, sin las cuales no puede haber ensayo, y un máximo que no puede ser sobrepasado sin que se desvirtúe. Claro está que tales intentos, preocupados sólo por un prurito de clasificación mediante fáciles referencias externas, olvidan la esencia misma del género ensayístico.
Partamos en nuestras reflexiones de la siguiente afirmación de Essie Chamberlain: "Una característica corriente en el ensayo es su brevedad. El ensayista proporciona un conciso tratamiento de su tema" (XXIII); hasta aquí la experiencia nos permite estar de acuerdo con lo dicho. Sin embargo, Chamberlain dice a continuación, al comparar los ensayos actuales con los de épocas pasadas, "hoy, como el cuento, el ensayo es relativamente breve. Algunas veces es sólo un fragmento" (XXIII). De este modo, de lo que comenzó siendo una observación correcta de un aspecto formal del ensayo, se pasó a juzgar, contando tan sólo con esta medida externa, la característica esencial de su unidad. Además, ¿cómo explicar la contradicción implícita en tal afirmación? O es un ensayo, o sea, una totalidad, o es un fragmento, de ensayo si se quiere, pero de ningún modo puede ser ambas cosas al mismo tiempo. La unidad del ensayo, lo hemos dicho ya varias veces, no es externa sino interna, no es mecánica sino orgánica; la unidad del ensayo que debemos buscar es la unidad literaria, la unidad artística. Y ésta es independiente del número de páginas.
Se ha dicho con frecuencia que la extensión del ensayo debe limitarse sólo a aquello que puede ser leído de una sola sentada. Aun cuando esta afirmación es comúnmente repetida por críticos que de algún modo tratan el aspecto teórico del ensayo; si se analiza detenidamente, se hace forzoso reconocer que, fuera de un contexto particular, carece de valor concreto. En efecto, si el ensayo se destina a la generalidad de los cultos, contará entre su público al lector ocasional, para quien diez o veinte páginas es todo lo que su poder de concentración le permite leer de una sola sentada; pero igualmente contará con el lector asiduo, cuyo poder de concentración fácilmente llegará a las cien páginas.
En realidad son muy pocos los ensayos que alcanzan gran extensión. Pero si el número de páginas es más reducido, no se debe a presiones exteriores de unos posibles lectores, sino al carácter mismo del ensayo, cuyo propósito no es el de proporcionar soluciones a problemas concretos, sino el de sugerirlas; o de manera más simple todavía, el de reflexionar sobre nuevos posibles ángulos de observar un mismo problema. Esto incita al ensayista a usar con predilección de dos recursos estilísticos: brevedad en la exposición y profundidad en el pensamiento.
Por otra parte, al no querer limitarse en la exposición de sus pensamientos a un estricto método, que al reducir su libertad de creación y poner énfasis en una estructura externa podría convertir su obra en un tratado, prefiere el ensayista; por ello mismo, al hablar sobre un tema de un modo prolongado, hacerlo mediante diversas calas, en sí independientes, aun cuando traten un mismo asunto.
De este modo, ciertos ensayos que aparecen en forma de libro con cien, doscientas o más páginas, divididas en secciones o capítulos, si se analizan, no son uno sino varios ensayos sobre un mismo tema y agrupados en un libro. Sírvanos como ejemplo a este propósito los libros de Ortega y Gasset, España invertebrada y La rebelión de las masas, cuyas diversas secciones, que poseen sin duda unidad artística, fueron originalmente publicadas en el diario El Sol, y leídas y juzgadas como ensayos independientes, que sólo con posterioridad se ampliaron y recogieron en libro.

CLASIFICACIÓN DE LOS ENSAYOS

En este aspecto, el ensayo, al igual que los otros géneros literarios, no ha podido librarse de los más variados intentos de clasificación. Y del mismo modo que la agrupación de las obras literarias en géneros, es algo externo e independiente de la creación artística misma, así también las clasificaciones del ensayo propuestas poseen únicamente valor editorial y, cuando más, valor didáctico en cuanto a la ordenación de los ensayos en un libro o a la presentación de los mismos al lector no iniciado.
Por lo general, las clasificaciones de ensayos, que suponen ya un discurso depositario del texto literario, se han establecido a partir de dos aproximaciones distintas:
CLASIFICACIÓN DE LOS ENSAYOS
• Los que prestan atención a un aspecto predominante en el contenido, y que por ello mismo agrupan a los ensayos en históricos, crítico-literarios, filosóficos, sociológicos, etc.
• Los que se fijan en el modo como el ensayista trata su tema, por lo que clasifican a los ensayos en informativos, críticos, irónicos, confesionales, etc.
Podríamos concluir señalando que las clasificaciones, útiles desde un punto de vista pedagógico, varían con cada época, y que todas ellas se hacen insuficientes cuando se enfrentan con la complejidad de la obra de un ensayista.